La placenta normalmente está unida ligeramente al revestimiento del útero y se puede extraer fácilmente después del parto o durante la cesárea. Si la placenta se adhiere a la pared uterina profunda y firmemente, se llama placenta accreta. Si esta adhesión es lo suficientemente profunda como para alcanzar la capa muscular en la pared uterina, se llama placenta increata. El estado de adhesión lo suficientemente profundo como para ir más allá de la pared del útero o incluso a los órganos como la vejiga en el medio ambiente se llama placenta percreata. El 75% de los casos son acreata, 15% increata, 10% percreata. Estas anormalidades de adhesión placentaria se conocen comúnmente como "anomalías de invasión placentaria (trastornos de adhesión de la placenta)".
Es más común en quienes tuvieron una cesárea o cirugía uterina previa (como la cirugía uterina). Especialmente con el aumento de las tasas de cesárea en los últimos años, la frecuencia de placenta acreta aumentó a 1 de cada 1000 nacimientos. El riesgo de acreditación de placenta aumenta a medida que aumenta el número de cesáreas, el riesgo alcanza el 70% en aquellos que han tenido 3-4 cesáreas.
Las personas diagnosticadas con ultrasonido placenta previa durante el embarazo tienen el riesgo de acompañar a la placenta acreta.
Factores de riesgo:
- Placenta previa
- cigarrillo
- Multiparita
- Haber sido sometido a cirugías uterinas como cesárea, metroplastia
Diagnóstico:
No es posible diagnosticar placenta acreata (e increta, percreata) antes del nacimiento. El diagnóstico no puede hacerse mediante examen o ecografía. El diagnóstico se realiza al no abandonar la placenta del útero de la madre durante el parto normal o la cesárea. A veces, la placenta se desprende, pero algunas de sus partes están adheridas al útero, lo que significa que la separación no está completa, lo que causa sangrado. El diagnóstico antes del nacimiento rara vez es posible en algunas mujeres embarazadas con sospecha de antecedentes, evaluadas por ecografía o MR.
Tratamiento:
No es posible prevenir la acumulación de placenta. En el momento del diagnóstico, si la madre ha dado a luz normalmente, las partes abdominales se pueden limpiar con un aborto. A veces esto no es posible y puede ser necesario extirpar todo el útero mediante cirugía para detener el sangrado excesivo. Del mismo modo, durante la cesárea, puede causar suficiente sangrado para requerir la extracción de un ramin (histerectomía). El sangrado puede ocurrir lo suficientemente grave como para poner en peligro la vida materna. Sin embargo, no siempre es necesario tomar el útero. A menudo, la placenta se elimina de la pared uterina por la fuerza, y el sangrado se detiene cuando se limpian las partes restantes.
Tratamiento conservador: en algunos estudios, se intentó terminar la operación y hacer un seguimiento del paciente dejando la placenta en su lugar, sin forzar la separación de la placenta y extirpando el útero mediante cirugía, en partos diagnosticados con placenta acreta. Durante el seguimiento, hubo pacientes a las que se les administró metotécate o se les realizó una embolización de la arteria uterina. En algunos de estos pacientes, se observó que la placenta se separó y desapareció por sí sola. Sin embargo, el tratamiento conservador aún no se aplica de manera rutinaria en la práctica.
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